Alicante-Valencia II: el cambio de provincia

Las primeras: el amanecer en el albergue de Torremanzanas, desde la galería de la cocina. El descanso había sido escaso y de poca calidad por mor de mi cena pantagruélica de ayer y posterior ingreso en piltra separados por una escasa hora. Súmesele los dolores propios del día anterior, los que uno trae de la cocina, las lesiones sempiternas y los más de veinticinco grados que se alcanzaron a lo largo de la ruta -casi 70 km- y el resultado no hay que desvelarlo. Día muy duro; tanto como espectacular. Crucé de una provincia a otra, de una geografía a otra, de una orografía a otra, de un paisaje a otro. No sé cuántos puertos hice hoy, pero muchos. En cada uno de ellos el paso natural fue brutalmente bello. Pero el que más, el del cambio de provincia.
El cartel de la papelería me enamoró; paré sólo por él y por el destinatario de la fotografía -D-. Y la montaña fotografiada varias veces es un tótem: el pico de Benicadell, junto a Beniarrés, de donde es la papelería, que me mantuvo hipnotizado mientras pedaleaba a su lado.
En el Capri paré a hacerme un dry Martini, porque uno veranea donde le da la gana y yo lo hago en Capri. La realidad: Aquarius y plegaria -quedaban 13 km- pero me pareció tan surrealista que cómo no reponer fuerzas en él.
El café último es el final de la comida, ya en Xàtiva, donde Alf. me esperaba paciente y amorosamente. Y el balcón es el de su casa. Enorme gratitud.
La palabra alquería, por cierto, he de reconocer que no sabía qué significaba.














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