Salí de ahí y llegué allí, ocho días después. A lo largo de ellos sucedieron, compartí, sentí y todas esas cosas propias de este tipo de viajes. Pero eso queda para contarlo con la pausa debida, que llegará. Mientras tanto, el alfa y el omega del asunto.
De Cercedilla a Santiago de Compostela.
Por la vena.
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