los ladrones ya no dejan una sota de corazones en el lugar del delito, o cómo Rocambol dio lugar a rocambolesco

El mundo del candado aún no había hecho su aparición en este cuaderno. En realidad, el mundo del robo de las bicicletas. En la foto superior aparecen los dos que me han acompañado durante años en la Zeus, esta vez llevada por las manos de P. En la inferior, cómo quedó el azul tras una rocambolesca historia que acabó con la policía cortando el candado y trasportando la Zeus en una grúa al depósito de coches. Allí me fui a recogerla; apoyada en una farola me miraba diciéndome, entre compasiva y reprobatoria, cómo has dejado que acabe aquí. Llovía y habían pasado casi veinticuatro horas desde que la até a la base de unos andamios de rehabilitar fachadas, zona del mercado central en Alicante, y más de doce desde que la policía cortó uno de los amarres para liberar, y aquí viene parte del surrealismo del asunto, ¡el andamio!
A día de hoy, al negro lo acompaña un candado de los de "u" de las buenos que presentaré en otro momento con glosa de por medio. Siempre he confiado en la bondad de los extraños y en el efecto disuasorio de un buen amarre para los amigos de lo ajeno.



No hay comentarios:

Publicar un comentario