Estreno categoría: hostias. Pues sí, este domingo me estrené. Me salvó que la velocidad no era elevada y que los guantes hicieron magníficamente su papel -otro día hablaré de ellos-. A eso de las cuatro de la tarde, aproximadamente, besé el suelo en esta bajada entre Aigües y El Campello -la bici, tal como quedó-:
Antes había subido la cuesta de la viuda mejor que nunca, usando dos piñones menos y haciendo el tramo final de pie sobre la bici.
Tras la hostia, baño sanador en la playa desierta.
Y, por primera vez en mi vida ciclista, regresar por la misma cuesta de la viuda, del otro lado, del lado no asfaltado. Sorprendentemente para mí, lo subí sin demasiado esfuerzo, salvo un tramo pequeño que tuve que hacer a pie porque no había manera de mantenerse en equilibrio. Las fotos desde lo alto de la cuesta, de regreso, delatan la tarde venciéndose.
Recordé mientras ingresaba de nuevo en la urbe aquello de que ya podemos bañarnos en noviembre: era día 2 de dicho mes. La tonada me acompañó en el asfalto.
El domingo acabó con película en casa. Difícil de gestionar mejor la tarde por antonomasia.
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