Al regresar al pueblo me comí un bocadillo al sol. No pude tener mejor compañero que la antigua construcción ligada a la llegada del ferrocarril a la zona. Nothing besides remains, me vino automáticamente.
Después, un café -con leche y coñac- en uno de mis bares preferidos con una entrada de luz espectacular. Hoy lunes, Mr Schmid, enfrente, estaba cerrado. Lástima.
Y la ultima escena es el desbrozado de la montura, hasta arriba de barro.
Suena un tema antiguo ya en mi memoria emocional, Elephant gun, y ha anochecido.
La poesía quizá no sea gran cosa, pero más dura es aún la intemperie sin los versos, apunta Margarit. No sé yo, Joan. Intemperies.
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